jueves, marzo 28, 2024

¡Libertad, libertad!

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Artículo de opinión de Carlos José Márquez

¡Libertad, libertad!

Cantaban los de aquel grupo, Jarcha, allá por los años 70, con melena larga, barbas y pantalones de pata ancha.

Libertad, libertad, esa era la expresión de moda, en cafés , tertulias clandestinas, en radio, en televisión… y algún cura obrero de los de antes, que también se atrevía en su dominical sermón a decir en voz alta esa palabra; libertad, mientras los feligreses se removían en los, por lo general, duros bancos de madera de las iglesias, unos con inquietud y callada indignación y otros con regocijo.

¡Libertad, libertad ! clamaba un pueblo, unos más que otros, con banderas por las calles, en coches con megafonía. Nos la regalaban. No se compraba.

¡Libertad, libertad ! En forma de café para todos llegó la libertad, esta ambrosia celestial que hizo posible que dejáramos de ser la España en blanco y negro, pasando a ser una España llena de esperanza y de color.

¡Libertad, libertad ! En el desayuno, en la comida ,en la cena. Todo el mundo llevaba esa palabra en boca, como símbolo de modernidad, como si fuera un certificado de madurez evolutiva.

¿Y donde está ahora nuestra libertad hijos de la gran?

Vosotros, políticos repugnantes, piojosos existenciales. Esos mismos que clamabais por las calles megáfono en ristre criticando todo aquello que considerabais que os oprimía. Vosotros ahora sois los que nos calláis la boca a los que decimos y publicamos verdades como puños.

Vosotros habéis prostituido y convertido esa ambrosia que se nos otorgó al pueblo, la libertad en un brebaje pútrido y amargo imposible de digerir por un pueblo que ya ni os quiere ni os cree.

Vosotros, políticos, rateros de medio pelo, habéis robado un derecho tan fundamental como es el de libre pensamiento y de libertad de expresión para asignárselo a dedo a vuestra policía del pensamiento, vuestros serviles medios de comunicación que son tan miserables, repugnantes y vomitivos como vosotros mismos.

Vosotros, mierdosos, habéis defecado literalmente en nuestros derechos cubriéndolos con una capa de hediondez y de miseria moral que viene dada en forma de una censura tan cobarde como ilegal. 

Somos la voz que no queréis escuchar pero que no podéis callar.

¡Libertad, libertad!

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