jueves, abril 18, 2024

“¿Bebé o perrito? Y algo más”

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Artículo de opinión de la escritora María del Pilar de Martín Arenas

No hay día en el cual no me sorprenda con las barbaridades que acontecen en este país llamado España y en el resto de países occidentales.

Sería muy largo de exponer en un solo artículo y tampoco es mi intención cansar a mi querido lector, que, por cierto, también, estoy segura de ello, lo está sufriendo día a día.

Hoy me voy a centrar en un tema que me preocupa y mucho, ese tema es la baja natalidad que estamos padeciendo.

Sé que muchos pensarán que se debe a los míseros salarios y a la escasa estabilidad en los puestos de trabajo que los jóvenes sufren desde hace décadas y, razón no les falta, desde luego.

Tampoco es nada desdeñable la poca, por no decir escasa, la ayuda que se les da a los jóvenes por hijo en España con respecto a otros países europeos, ayudas nada desdeñables que se entregan a las familias hasta que el niño cumple los dieciocho años.

Estas trabas las llevamos años lastrando y todos los partidos políticos que han gobernado desde la democracia, poco o nada han hecho para paliarlas.

Bueno, Zapatero puso aquel famoso cheque bebé de 3000 euros, el cual era pan pa hoy y hambre pa mañana.

Porque, seamos serios, un hijo no se mantiene toda una vida hasta su mayoría de edad con un pago único al nacer de 3000 euros.

Ningún gobierno se ha planteado la creación y construcción de más escuelas infantiles de 0 a 3 años públicas, de que guarderías y ludotecas sean concertadas por el estado y comunidades autónomas y así, no dejar a ningún bebé y familias atrás.

Muchos padres trabajan los dos y aún así, no pueden permitirse pagar ni guarderías ni ludotecas. De las escuelas infantiles públicas, ni hablamos, siempre hay una abultada lista de espera para los niños autóctonos.

Es por ello que muchos jóvenes deciden no complicarse la vida pensando en un futuro de preocupaciones económicas, porque los pañales tampoco son baratos y, se plantean adoptar un perrillo antes que concebir un hijo.

Y ahora viene la segunda parte…

Con la nueva ley de Bienestar Animal no es que se lo pongan muy fácil a todos aquellos que deseen tener una mascota, pero según qué tipo de mascota, pues será aquella que el gobierno te diga. Y ojito, que si no quieres castrar al animal, la multa puede ser de órdago.

Ejemplo:

“Si alguien tiene una perrita que se escapa y en un descuido se queda preñada, se considera una infracción grave con multas de entre 10.001 y 50.000 euros. La única alternativa que se da desde Bienestar Animal es que el dueño se dé de alta como criador y se quede con la camada entera o la interrupción del embarazo”.

Luego están los Lobbies animalistas, estos últimos grandes captadores de subvenciones por amor a los animales, con el dinero de nuestros impuestos.

No voy a extenderme más sobre esta Ley que es otro más de los despropósitos que padecemos el conjunto de la sociedad española, sobre todo para nuestros ganaderos y agricultores.

Pero hay otra Ley que es una abominación además de ser el asesinato más cruel que se puede realizar sobre un ser inocente y sí, me refiero a aquella en la que se dice que el aborto es un derecho.

Un derecho que invita a mujeres y niñas a tomarlo como un anticonceptivo más, sin pensar, en la mayoría de las ocasiones, las terribles consecuencias que ello supone para el feto e incluso para la madre. Porque:

¿Saben esas mujeres y niñas que desde la quinta semana de embarazo ese ser vivo tiene un corazón que ya late con fuerza?

¿Saben esas mujeres y niñas que esa criatura empieza a sentir dolor desde la octava semana de embarazo?

¿Saben esas mujeres y niñas que con catorce semanas, aparte de que se puede identificar sus genitales, ese ser vivo y sintiente, tiene tacto en sus deditos?

¿Saben esas mujeres y niñas que en un aborto, se va descuartizando viva a esa criatura para sacarlo a trozos hasta llegar al número uno, es decir, la cabeza?

No olvidemos que el feto siente dolor a partir del octavo mes de vida.

Expuesto lo anterior, sólo puedo expresar mi más sincera repulsa ante este cruel crimen.

Es mi cuerpo y es mi decisión. En base a esta premisa, una mujer o niña de dieciséis años, puede matar a otro cuerpo con vida que está en su interior, hasta las catorce semanas de embarazo, en ocasiones sin contar con otra parte importante, como es la opinión del padre, pues la concepción es cosa de dos, salvo en otras vicisitudes más traumáticas.

Para terminar, nos estamos volviendo una sociedad en la cual humanizamos a los animales y animalizamos al ser humano.

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